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KANT: EL YO TRASCENDENTAL

“Esta condición originaria y trascendental no es otra que la apercepción trascendental. En virtud de nuestro estado, la conciencia del yo en la percepción interna es meramente empírica, siempre mudable, sin poder suministrar un yo fijo y permanente en medio de esa corriente de fenómenos internos. Dicha conciencia suele llamarse sentido interno o apercepción empírica. Lo que necesariamente tiene que ser representado como numéricamente idéntico no puede ser pensado como tal a través de los datos empíricos. Anteriormente a toda experiencia, ha de haber una condición que haga posible esa misma experiencia y que dé validez a tal suposición trascendental.

No pueden darse en nosotros conocimientos, como tampoco vinculación ni unidad entre los mismos, sin una unidad  de conciencia que preceda a todos los datos de las intuiciones. Sólo en relación con tal unidad son posibles las representaciones de objetos. Esa conciencia pura, originaria e inmutable, la llamaré la apercepción trascendental.

 Crítica de la razón pura, A-107.

“No podemos señalar como fundamento de tal doctrina [1] sino la representación ‘yo’, que es simple y, por sí misma, completamente vacía de contenido. No podemos decir que esta representación sea un concepto, sino la mera conciencia que acompaña cualquier concepto. Por medio de este yo, o él, o ello (la cosa), que piensa no se representa más que un sujeto trascendental de los pensamientos = x, que sólo es conocido a través de los pensamientos que constituyen sus predicados y del que nunca podemos tener el mínimo concepto por separado. Por eso nos movemos en un círculo perpetuo en torno a él, ya que, si queremos enjuiciarlo, nos vemos obligados a servirnos ya de su representación”.

Crítica de la razón pura, A-346.

“En efecto, aunque el yo se halla en todos los pensamientos, la representación del mismo no va unida a la menor intuición que lo distinga de otros objetos de la intuición. Podemos, pues, advertir que tal representación interviene en todo pensamiento, pero no que haya una intuición continua y permanente en la cual los pensamientos (en cuanto variables) cambien”.

…/… “De ese sujeto real no tenemos, ni podemos tener, el menor conocimiento, ya que es la conciencia la que convierte las representaciones en pensamientos y es, por tanto, en ella, como sujeto trascendental, donde han de encontrarse todas nuestras percepciones. Fuera de tal significado lógico del yo, no conocemos en sí mismo al sujeto que, como sustrato, le sirve de base a él y a todos los pensamientos”.

 Crítica de la razón pura, A-350.

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[1] “Una doctrina trascendental del alma …/… que estudia la naturaleza de nuestro ser pensante” (Crítica de la razón pura, B-404)

COMENTARIO:

En su obra más famosa ‘Crítica de la razón pura’ publicada en 1781, Kant intentó formular una teoría del conocimiento humano que pudiera superar las limitaciones del racionalismo y del empirismo, pero conservando sus logros indudables. Además debería fundamentar el conocimiento científico de su tiempo (Matemáticas y Física newtoniana) y responder a la pregunta crucial sobre si la Metafísica podría llegar a ser una verdadera ciencia.

El conocimiento se inicia cuando algo que Kant llama ‘la cosa en sí’ afecta a mis sentidos. Su reacción (colores, olores, sabores, sonidos, etc.) constituye el contenido o ‘materia’ de la experiencia sensorial. Esta es en sí misma múltiple y desordenada. Percibir es ordenar o ‘sintetizar’ estos datos sensoriales. Este orden o ‘forma’ es aportado por el sujeto e impuesto a la experiencia. Al percibir, los sentidos ordenan la experiencia sensorial según las tres dimensiones del espacio (ancho-alto-largo) y las tres dimensiones del tiempo (pasado-presente-futuro). Espacio y tiempo están pues en mí y son universales y necesarios, en lenguaje kantiano ‘a priori’. No son objetos particulares y contingentes que pueda o no percibir. Son trascendentales, previos a la experiencia y la fundamentan o hacen posible. Estas experiencias sensoriales ordenadas por el sujeto en el espacio y el tiempo son los fenómenos o la ‘cosa para mí’. Así pues, ‘la cosa en sí’ misma está más allá del alcance de la experiencia, es trascendente y por ello incognoscible. Sólo podemos conocer fenómenos o la ‘cosa para mí’, puesto que este es el límite de nuestra experiencia.

Pero sólo percibir no es todavía conocer. Para que haya conocimiento lo percibido debe ser pensado por medio de la segunda facultad en entrar en acción, el entendimiento. Al pensar, el entendimiento introduce un grado de unificación o ‘síntesis’ todavía mayor que el de los sentidos. Los datos sensoriales o fenómenos (ya previamente unificados en el espacio y el tiempo) son ahora unificados por el entendimiento mediante los conceptos. Pensar es pues unificar. Si sólo tuviéramos sentidos, pero no fuéramos capaces de pensar, no percibiríamos objetos como los vemos en este momento. Sólo veríamos unos datos sensoriales inconexos colocados a la dcha-izda., delante-detrás, arriba-abajo, antes o después de otros. Al pensar una serie de datos sensoriales y unificarlos por medio de un concepto empírico (por ej. árbol), estos son separados del resto de los fenómenos y constituidos como objeto de experiencia. El entendimiento constituye pues el objeto de conocimiento. Para que haya conocimiento algo (el objeto) debe ser conocido. Por eso conocer es pensar + percibir. Cualquiera de los dos por separado (conceptos / percepciones) no es aún conocimiento, sino sólo uno de sus ingredientes. El proceso de conocer es siempre un acto de síntesis o unificación según Kant. Para unificar el entendimiento debe aportar también algo por su parte. Ese algo son las 12 maneras (categorías) o modos de ordenar los fenómenos por medio de los conceptos empíricos. Estas 12 categorías son también universales y necesarias (a priori), previas a la experiencia y trascendentales. Son el fundamento del conocimiento en el nivel del entendimiento.

Pero para que haya conocimiento algo más fundamental aún es necesario. Sólo hay conocimiento si algo, el objeto, es conocido. Pero para que haya objeto, debe haber un sujeto de conocimiento. El objeto sólo lo es para un sujeto. Además, si el proceso de conocer es siempre un acto de síntesis o unificación, esto presupone una unidad previa más fundamental. Los sentidos sólo pueden unificar en el espacio y el tiempo, y el entendimiento sólo puede unificar por medio de los conceptos, si como condición previa todos los fenómenos están ya en una misma conciencia. Mis sentidos/entendimiento no pueden unificar los colores que yo veo con los colores que ve otro para formar así el objeto percibido que llamo ‘rosa roja’.

Esta necesidad de que todas las  experiencias fenoménicas estén ya antes unidas en una misma conciencia, llevó a Kant a admitir como necesario un yo (apercepción) trascendental diferente del yo empírico. ¿Qué características posee este yo trascendental (YT) y en qué se diferencia del yo meramente empírico (YE)?:

  • El yo trascendental es siempre el sujeto de conocimiento y no puede ser jamás objeto. Puesto que todo objeto sólo lo es en relación al sujeto, este es siempre previo al objeto. Kant sostuvo entonces que el YT no puede ser nunca objeto, no puede colocarse por decirlo así frente a sí mismo, porque para que haya objeto debe estar ‘detrás del escenario’ del conocimiento. Por ello el YT no puede conocerse a sí mismo según Kant: no puede ser objeto, ni tampoco desdoblarse en sujeto y objeto a la vez. Al igual que el ojo no puede verse a sí mismo directamente, porque sin ojo no hay visión. La palma de la mano no puede tocarse a sí misma, ni la planta del pie pisarse.
  • El YT es el conocedor de todo lo demás: el conjunto de los objetos de experiencia y procesos de conocimiento que constituyen el YE. El YE es lo conocido por el YT. Puesto que no puede darse como objeto de experiencia, no es cognoscible, dado que el conocimiento requiere la experiencia. Puede, es más debe ser pensado, pero no conocido. Así paradójicamente el conocedor de todo lo demás debía permanecer en la ignorancia eterna de sí mismo. Y todo el proceso de conocimiento yacía entre dos supuestos incognoscibles: la cosa en sí y el YT.
  • EL YT es el fundamento último de todo el conocimiento. Sin él ningún conocimiento sería posible, puesto que conocer es unificar y el YT unifica todas las experiencias en una misma conciencia. Sin el YT los sentidos no podrían unificar en el espacio y el tiempo, el entendimiento no podría pensar (dado que pensar es sintetizar), ni tampoco la razón (la tercera facultad) podría unificar los juicios al razonar. Por el contrario el YE es siempre fragmentario y múltiple, es el flujo de experiencias unificado por el YT y sin este carecería de unidad alguna.
  • El YT es siempre ‘conciencia de’. No existe según Kant por separado y aisladamente del YE, sólo existe siendo consciente de éste. Del mismo modo el YE sólo existe en la medida que el YT es consciente de él.
  • Al ser consciente de cualquier experiencia el YT se apropia de ella y la convierte en suya. Esto es la ‘apropiación trascendental’: un pensamiento se convierte así en ‘mi’ pensamiento, una percepción en mía, etc. Si no fuera así señala Kant, podría haber en mi mente pensamientos que no estuvieran referidos al YT y que no fueran míos, lo que sería absurdo. El YE es aquello de lo cual se apropia el YT.
  • El YT es a priori: universal y necesario. No es un yo particular o contingente como el YE. No es mi YT o tu YT, etc. No puede no existir, porque sin él no habría experiencia alguna, ni YE. El YE es individual, porque mis experiencias son sólo mías y también contingente, porque mis experiencias han sido estas, pero podrían haber sido otras.
  • El YT es puro y originario: no posee contenido y está vacío en sí mismo: Sólo se ‘llena’ de contenido cuando es consciente de los contenidos y procesos del YE. No se deriva (origina) de las experiencias, sino que es anterior a ellas.
  • El YT está fuera del espacio, el tiempo, el cambio y la causalidad. En sí mismo es fijo e inmutable. Todas las experiencias internas de un sujeto se dan en el tiempo, las sensoriales además se dan en el espacio. El YE es constantemente cambiante, es un flujo o río de experiencias siempre mudable. Cada nueva experiencia modifica el YE, puesto que ahora es el yo que ha tenido una experiencia que antes no había tenido.

Kant pretendía superar las limitaciones de Hume, para quien el yo era sólo un nombre cómodo para designar el río interior de nuestras experiencias. Para dar cuenta de su unidad interna Hume acudió a la memoria, el yo resultaba ser tan sólo una ficción producida al olvidar la discontinuidad natural de nuestros contenidos y actividades mentales. El yo se reducía a esta ilusión de continuidad mental ayudada por la memoria. Este yo de Hume era lo que Kant llamó luego el yo empírico. Así no había en realidad sujeto de conocimiento, ni fundamento último de la experiencia, ni tampoco explicación válida de la conciencia. Esta explicación era tan limitada, que hasta el propio Hume confesó estar insatisfecho con ella, pero ser incapaz de encontrar otra mejor.

Tras el planteamiento de Kant, el Yo trascendental se convirtió en el tema central de la filosofía alemana de la mano de Fichte y Hegel. Puesto que el concepto de cosa en sí era algo problemático en la filosofía de Kant, sus sucesores eligieron eliminarlo. La cosa en sí era incognoscible, no podía decirse de ella con sentido que existía ni que era la causa de nuestras percepciones dado que las categorías del entendimiento no le eran aplicables, sin embargo se postulaba como necesaria para explicar el origen del conocimiento. Al suprimirla en el idealismo alemán, la materia o contenido de la experiencia ya no era el resultado de su influencia sobre los sentidos. Ahora, tanto el contenido como la forma u orden del conocimiento debían provenir exclusivamente del sujeto. El Yo era pues el origen de todos los fenómenos, así como de las leyes de la naturaleza que daban cuenta del orden del mundo. Siendo universal, necesario e inmutable era entonces absoluto. Desaparecía también la función de la cosa en sí como límite del conocimiento, separando lo cognoscible (los fenómenos) de lo incognoscible (noúmenos). El Yo era el fundamento último de todas las experiencias subjetivas y de todos los fenómenos del universo. Esto abría el paso al idealismo absoluto. Este tema del yo trascendental volverá a aparecer con gran fuerza en la Fenomenología de Husserl.

 UNA VISIÓN DESDE LA CIENCIA VÉDICA:

Al revisar la teoría de Kant sobre la naturaleza del conocimiento humano y el papel del Yo trascendental no debemos olvidar un punto fundamental: todo su análisis está limitado a la experiencia en el estado de vigilia. Ciertamente en la vigilia y en el soñar la experiencia se limita a los fenómenos. Pero esto no es cierto ni siquiera en el dormir profundo, donde no hay experiencia fenoménica y el grado de conciencia es mínimo. Y mucho menos aún en el cuarto estado o conciencia pura, que es la llave que abre la puerta a los estados superiores de conciencia,

Kant llamó al yo trascendental: esa conciencia pura, originaria e inmutable”. Pero al estar limitado en su experiencia al estado de vigilia, no fue capaz siquiera de imaginar la posibilidad de que ese yo trascendental pudiera darse aisladamente de toda experiencia fenoménica. El proceso védico de trascender es precisamente el procedimiento natural para aislar el yo trascendental o conciencia pura de los contenidos y procesos mentales. Puesto que la conciencia pura es un estado permanente, subyace de modo continuo a la actividad mental de la vigilia, el soñar y a la inercia del dormir profundo. Podría decirse que la actividad mental en estos tres estados relativos es como una cortina que oculta la naturaleza permanente de la conciencia pura. Para des-cubrirla es necesario apartar primero ese velo de la actividad mental. Este proceso de reducir sistemáticamente la actividad mental, mientras se preserva y expande la alerta o conciencia es denominado técnicamente ‘trascender’ (ir más allá) o dhyâna en los textos védicos (Patañjali: Yoga Sûtras, III.2):

“Yoga (la conciencia unificada) es trascender la actividad de la mente.”

“Entonces el observador permanece establecido en su propia naturaleza.”

(Patañjali: Yoga Sûtras, I, 2-3)

Cuando toda la actividad mental ha cesado espontáneamente, la conciencia se experimenta a sí misma como inmutable, diferente e independiente de los contenidos y procesos mentales. Por eso se llama técnicamente ‘conciencia pura’, sólo hay conciencia y nada más. Dado que está más allá de toda actividad mental se le llama también conciencia trascendental. Este es el Yo siendo a la vez sujeto – objeto y proceso de conocer para sí mismo, puesto que es consciente de sí mismo por medio de sí mismo. Esta es la estructura de 3 en 1 de la conciencia pura. Careciendo de esta experiencia e ignorando incluso su posibilidad, Kant fue incapaz de comprender que el Yo trascendental pudiera conocerse a sí mismo directamente. Sólo lo concibió como una ‘conciencia de’, inseparable de los demás objetos y procesos de conocer. Esto es lo que luego se llamará en la Fenomenología la intencionalidad de la conciencia. Por ello tampoco pudo dar una explicación suficiente sobre el fundamento último del conocimiento humano.

Esta conciencia pura es ciertamente universal, necesaria, unificadora, originaria, más allá del espacio, el tiempo y la causalidad. Pero no se apropia de las experiencias como pensó Kant. De hecho la Ciencia Védica sostiene que este sentimiento de apropiación o ‘míiidad’ es un resultado de la identificación (asmitâ) del sujeto con el objeto de experiencia, consecuencia de la ignorancia fundamental (avidyâ) sobre la naturaleza de la conciencia pura. En estados superiores de conciencia esta ignorancia cesa y con ella la apropiación de las experiencias. En el quinto estado la conciencia pura se experimenta como naturalmente separada de todo el mundo fenoménico de la experiencia relativa:

“Las acciones son siempre realizadas

por las gunas de la Naturaleza.

Aquél cuya mente está engañada por el sentido del ‘yo’,

sostiene ‘yo soy el que actúo’.

Pero aquél que conoce la verdad sobre

las divisiones de las gunas y

sus acciones, ¡oh, tú, de poderosos brazos!,

sabiendo que son las gunas las que actúan sobre

las gunas, permanece desapegado”.

 (Bhagavad Gîtâ, III, 27-28)

Tampoco está el yo trascendental vacío de contenido como pensaba Kant. En estados superiores de conciencia, la conciencia pura se experimenta como el fundamento último y permanente de la vigilia, el soñar y el dormir profundo. La estructura interna de la conciencia pura se abre entonces a la experiencia directa. Finalmente en el séptimo estado, conciencia de unidad, todos los fenómenos mentales y el universo como un todo se experimentan como una manifestación o expresión de la conciencia pura, hechos de conciencia y contenidos dentro de ella. Entonces la conciencia pura se experimenta como la realidad última de todo el universo y la fuente de todo el conocimiento verdadero. Así, el contenido del monismo o idealismo absoluto se convierte en una experiencia personal directa en el nivel de la propia conciencia. Todos aquellos límites fenoménicos que Kant había trazado para la experiencia y a partir de los cuales concluyó la imposibilidad de la Metafísica como una ciencia sobre lo trascendente, quedan abolidos en estados superiores de conciencia. El ser, Dios, el alma o el cosmos como un todo son límites del conocimiento en el estado de vigilia, pero objetos de experiencia directa en estados superiores de conciencia:

 “Aquel cuyo yo está establecido en Yoga,

cuya visión es igual en todas partes,

ve el Yo en todos los seres,

y todos los seres en el Yo.”

(Bhagavad Gîtâ, VI, 29)

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“Este Yo es el gobernador de todos los seres y el rey de todos los seres.Al igual que todos los radios están fijos en el cubo de la rueda de un carruaje, así todos los seres, todos los dioses, todos los mundos, todos los órganos y todos estos yos (individuales) están fijos en este Yo.”

(Brihadâranyaka Upanishad, II, 5, 15)

LA CANCIÓN DE IMMANUEL KANT:

PLATÓN: LA VISIÓN Y EL FUEGO DEL OJO

FILOSOFÍA  GRIEGA:
“Hiparco dice que al prolongarse los rayos desde cada ojo a sus extremos, como si al contacto de las manos tocaran los cuerpos externos, se produce su aprehensión respecto de lo visible. Algunos atribuyen también a Pitágoras esta opinión, en razón de su autoridad en enseñanzas científicas; y además de él, a Parménides, quien lo expone a través de su poema.”

Aecio: Recopilación de las opiniones de los filósofos, IV-13, 9-10

EMPÉDOCLES:
“Empédocles parece a veces creer que vemos por una luz que parte (del ojo), tal como se dijo antes. Dice, a propósito, lo siguiente:

    Como cuando alguien que proyecta salir se arma de una antorcha
durante la noche invernal, llama de ardiente fuego,
colocando linternas que protegen de toda clase de vientos;
éstas dispersan el soplo de los vientos agitados,
pero la luz salta hacia fuera en tanto que es más sutil
y brilla a lo largo del umbral de la casa con indomables rasgos.
Así entonces el antiguo fuego, encerrado en membranas
y en finos velos, se recluyó en la redonda pupila,
velos éstos que estaban perforados por milagrosos pasajes.
Ellos preservaban el agua profunda que fluye en torno de la pupila,
pero dejaban pasar el fuego, en tanto que es más sutil.

Unas veces explica la visión de esta manera, otras veces por las emanaciones procedentes de los objetos de ella.”

Aristóteles: Del sentido, 2, 437b-438a

PLATÓN:

—“No es el sol la vista en sí, ni tampoco el órgano en que se produce, al cual llamamos ojo.
—No, en efecto.
—Pero éste es, por lo menos, el más parecido al sol, creo yo, de entre los órganos de los sentidos.
—Con mucho.
—Y el poder que tiene, ¿no lo posee como algo dispensado por el sol en forma de una especie de emanación?
—En un todo.
—¿Más no es así que el sol no es visión, sino que siendo causante de ésta, es percibido por ella misma?
—Así es —dijo.”

República, VI, 508 b

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“Entre todos estos instrumentos modelaron en primer lugar los ojos portadores de luz y los implantaron en el rostro más o menos por la siguiente razón. Gracias a su arte hicieron que esta especie de fuego, que no es capaz de quemar, sino solamente de proporcionar una suave luz, se volviera cada día un cuerpo apropiado. A este efecto, hicieron de modo que el fuego que reside en nuestro interior y que es hermano del fuego exterior, fluyera a través de los ojos de forma sutil y continua. Pero espesaron todo el ojo y especialmente su centro, de modo que no dejara escapar nada del resto del fuego más burdo, sino que dejara filtrar solamente un fuego perfectamente puro. Cuando la luz del día rodea esta corriente de la visión, entonces lo semejante encuentra a lo semejante, se funde con ella en un solo todo y se forma, según el eje de los ojos, un único cuerpo homogéneo. De este modo, donde viene a apoyarse el fuego que brota del interior de los ojos se encuentra y choca con el que proviene de los objetos exteriores. Se forma así un conjunto que posee propiedades uniformes en todas sus partes gracias a su similitud. Y si este conjunto entra en contacto con algún objeto o es tocado por éste, transmite los movimientos a través de todo el cuerpo, hasta el alma, y nos aporta esta sensación, gracias a la cual decimos que vemos. Pero cuando el fuego exterior se retira durante la noche, el fuego interior se encuentra separado de éste: entonces, si sale de los ojos, cae sobre un elemento diferente de él; se modifica y se apaga, puesto que deja de ser de la misma naturaleza que el aire circulante, que ya no tiene más fuego. Cesa entonces de ver y trae así el sueño.”

Timeo, 45 d

LITERATURA VÉDICA:
“Âlochakâgni: Pitta, que está localizada en la pupila de los ojos, se llama âlochakâgni (pitta o fuego de la vista) dado que su función es captar la imagen de cualquier objeto externo presentado a los ojos.”

Sushruta Samhitâ, Sutrasthânam, Cap. XXI

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“La percepción de los objetos grandes y pequeños es debida al carácter específico del contacto entre el rayo de luz (rashmi) que emana del ojo y el objeto percibido.”

Gautama: Nyâya Sûtras, Cap. III.1.32

 

EXPERIENCIAS ACTUALES DE ESTADOS SUPERIORES DE CONCIENCIA:

“Comencé a experimentar intensamente la conciencia de bienaventuranza a veces durante la actividad. Cuando esto sucedía sentía a menudo como si la conciencia se derramara a partir de mis ojos y frente como un rayo de luz hecho de conciencia. Este rayo de conciencia iluminaba el valor de la conciencia en cualquier cosa que miraba. De esta forma experimentaba que tanto yo mismo como el objeto de percepción estaban hechos de conciencia de bienaventuranza. Cuando los objetos son percibidos a esta luz, parecen mucho más maravillosos y satisfactorios de lo habitual y el proceso de percepción se vuelve muy sereno y pleno. De este modo, todo se vuelve extremadamente valioso por ser tan gozoso. Además en cierto sentido todo parece pertenecer a uno mismo porque todo está hecho del mismo material que el propio Yo – conciencia absoluta de bienaventuranza.”

Creating and Ideal Society, pgs. 78-9

MAHARISHI: CONCIENCIA DE UNIDAD Y MÁS ALLÁ

El conocimiento se desarrolla en base a la experiencia:

“Durante tres, cuatro, cinco años hablamos de la conciencia pura, la Conciencia Trascendental, pero cuando las personas empezaron a expresar sus experiencias, fue necesario ir más allá de los límites de la Conciencia Trascendental. Surgieron algunas experiencias que dieron expresión a la Conciencia Cósmica, y lo que resplandeció a su alrededor durante seis años fue Conciencia Divina. Entonces, repentinamente las experiencias dieron lugar a que expresáramos la (Conciencia de) Unidad. Luego alguien dijo algo y no me pude resistir – Conciencia de Brahman. Un desarrollo tan maravilloso del conocimiento, el crecimiento de la totalidad…/… Las experiencias surgen en base a la propia naturalidad de la vida”.

Conferencia en Arosa, Suiza, 27 de junio de 1974.

De Conciencia de Dios a Conciencia de Unidad:

“…/… uno reconoce la realidad de cómo lo Absoluto se expresa en lo relativo múltiple…/… cuando uno ve claramente el proceso de la creación…/… Y entonces lo que encuentra es que la diversidad de lo relativo llega a su fin y llega a ese valor de lo relativo más sutil que es simplemente la naturaleza de lo Absoluto, la naturaleza vibrante de lo Absoluto. Y este es el nivel de conciencia que comienza a reconocer muy claramente en un lado el Absoluto inmanifiesto y en el otro este impulso relativo más tenue, más sutil, que es el comienzo de la creación – y al igual que la semilla brota, lo Absoluto brota – y brota como una reverberación de la totalidad de lo Absoluto en el impulso relativo más tenue de la existencia…/… Uno conoce el Ser absoluto, completamente quieto cual un océano, omnipresente, sin actividad, como el impulso más refinado de acción – es decir, la base de toda la diversidad relativa”.

Conferencia en Seelisberg, Suiza, 15 de octubre de 1973.

“El nivel que es lo más elevado en lo relativo es uno con el Absoluto…/…El rosa más tenue del pétalo y la savia incolora son dos caras de la misma moneda. Lo relativo supremo no tiene que trascender – lo trascendental ya está junto con ello. Por esta razón la transformación de Conciencia de Dios a Unidad no es un fenómeno. Es sólo el conocimiento que estaba oculto y ahora se ha desplegado. En Conciencia de Dios, cuando lo relativo supremo es una realidad normal de la vida diaria, la Unidad queda expuesta. ¿Expuesta a quién?. A sí misma. ¿Por quién?. Por sí misma. ¿Para quién?. Para sí misma. Nada participa en la transformación de Conciencia de Dios a Unidad excepto la Unidad misma. El logro más elevado de la vida es llevado a cabo tan sólo por lo que la propia vida es. Un fenómeno sólo es posible en lo relativo”.

Conferencia en Rishikesh, India, primavera de 1970.

De Conciencia de Unidad a Conciencia de Brahman:

“Ahora, en los primeros días de la Unidad el objeto que constituye el foco principal de la atención es apreciado en términos del Yo. Este objeto es visto – los ojos caen sobre él – este objeto es apreciado en términos del sujeto. Pero los ojos no sólo caen sobre esto, hay toda una parafernalia en el fondo. El foco primario está sobre este clavel, el foco secundario sobre la mesa, el foco terciario sobre el piso, el cuarto foco está sobre este lado. Así, pues, hay grados en el foco. En los primeros días de la Unidad sólo el primer foco – el objeto de atención primaria – es apreciado en términos del Yo, y cuando este estado es vivido durante algún tiempo el objeto del segundo foco también participa del mismo valor. Un poco más de práctica, algún tiempo más viviendo la Unidad, e incluso los objetos del tercer grado del foco y después los del cuarto grado del foco (están en términos del Yo). Del mismo modo, a medida que comenzamos a vivir el medio ambiente próximo en términos del Yo, la capacidad para apreciar los valores más lejanos del medio ambiente en términos del Yo sigue creciendo. Y llega un momento cuando todo el universo galáctico, que ni siquiera podemos ver – todo es conocido de forma concreta y apreciado en términos del Yo. Y este es el último extremo de la Conciencia de Unidad que, debido a su característica diferente, ha recibido un nombre, Conciencia de Brahman. Es la Conciencia de Unidad, sólo que es la expansión de la Unidad”.

Conferencia en Seelisberg, Suiza, 4 de octubre de 1973.

La naturaleza de Conciencia de Brahman:

“La Conciencia de Brahman es más que la suma total de las experiencias de la Unidad. Todas estas experiencias están descritas en las expresiones de las Upanishads. Todas estas experiencias juntas crean un todo que es más que el conjunto de las partes…/… crean un despertar, crean un conocimiento y este conocimiento estimula la conciencia a un valor que es conocido como “lo Grande” – Brahman. Así pues Brahman es el estado de conocimiento estimulado por las partes del conocimiento contenidas en las Upanishads, pero tomadas en un valor holístico…/…Estas descripciones del Absoluto se convierten en partes, y cuando son puestas juntas se produce una cierta totalidad. Y con el fin de aclarar que es esa totalidad, Vyâsa tuvo que estructurar expresiones, y estas son los Brahma Sûtras: los sûtras de Brahman, los hilos que tejen la tela de Brahman a partir de los hilos de las Upanishads puestos juntos…/… El valor completo del conocimiento de las Upanishads, en el nivel de la comprensión, y el valor completo de las experiencias de Unidad en la vida diaria, en el nivel de la experiencia – ambos juntos son el tema del cual tratan los Brahma Sûtras”.

“Así los Brahma Sûtras se yerguen como las expresiones del conocimiento supremo. Si no hubieran estado ahí, el conjunto de las experiencias de Unidad habría permanecido sólo como el conjunto de las experiencias de Unidad en sus segmentos – miles de experiencias, una tras otra…/… Este tipo de experiencia es como experimentar esta columna aquí, esta columna aquí, esa columna ahí, esa columna allí – no hay la oportunidad de que todas las columnas se experimenten en una visión y den lugar a la experiencia de la casa como un todo. Las experiencias de Unidad son muy profundas, muy hermosas, una tras otra, pero no hay la oportunidad de que esa totalidad de experiencia – ese valor infinito, enormemente ilimitado de experiencia – surja, que es mayor que el conjunto de las partes de esas experiencias. Vyâsa lo hizo posible gracias al conocimiento que nos entregó (dió)…/… Este despertar habría quedado para algunas personas muy, muy afortunadas si Vyâsa no hubiera llegado con sus Sûtras …/… Pero cuando las experiencias están creciendo – las cosas (experimentadas una tras otra) en términos de mi propio Yo – y entonces los Brahma Sütras están disponibles, inmediatamente uno comienza a sonreir (y piensa), “Oh sí” – simplemente porque este despertar está en el nivel del  intelecto …/… el conocimiento supremo…/…”

“Este despertar no es posible por experimentar una cosa tras otra en términos del Yo, o por comprender esto en términos del Absoluto y eso en términos del Absoluto …/…Vyâsa, cuya sabiduría era tan excelsa, nos dió ese conocimiento supremo, esos impulsos de los sûtras, esos impulsos de conocimiento, que nos permiten vivir en la vida diaria esa totalidad que es más que el conjunto de las partes de la experiencia de la Unidad”.

Conferencia en Biarritz, Francia, 14 de diciembre de 1975.

UPANISHADS: EL ESTADO DE CONCIENCIA DE BRAHMAN

“Verdaderamente todo esto es Brahman. El Yo (Âtman) es Brahman.”

Mândûkya Upanishad, 2

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“Este Yo era verdaderamente Brahman en el principio. Se conoció sólo a sí mismo como, ‘Yo soy Brahman(Aham brahmâsmi). Por tanto, se convirtió en todo. Y quienquiera que entre los dioses lo conoció, también se convirtió en todo, e igualmente con los rishis y con los hombres. El rishi Vâmadeva, al realizar su yo como Eso, supo, ‘Yo era Manu y el sol’. Y hasta este día quienquiera que de la misma forma lo conoce como, ‘Yo soy Brahman’, se convierte en todo este universo. Ni siquiera los dioses pueden prevalecer contra él, porque se ha convertido en su yo. Mientras que el que adora a otro dios pensando, ‘El es uno, yo soy otro’, no sabe.”

Brihadâranyaka  Upanishad, I, 4, 10

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“Este Yo es el gobernador de todos los seres y el rey de todos los seres. Al igual que todos los radios están fijos en el cubo de la rueda de un carruaje, así todos los seres, todos los dioses, todos los mundos, todos los órganos y todos estos yos (individuales) están fijos en este Yo.”

Brihadâranyaka Upanishad, II, 5, 15

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“Esta es la gloria eterna de un conocedor de Brahman: no aumenta ni disminuye por medio de la acción. Por tanto, uno debería conocer tan sólo la naturaleza de eso. Conociéndolo uno no es tocado por la acción mala. Por tanto, quién lo conoce así gana el control de sí mismo, calmado, recogido en sí mismo, paciente y concentrado, ve el Yo en su propio yo (cuerpo); ve todo como el Yo. El mal no le alcanza, sino que trasciende todo mal. El mal no le perturba, sino que consume todo el mal. Se vuelve puro, sin mancha, libre de dudas y un conocedor de Brahman. Este es el mundo de Brahman, oh emperador, y tu lo has alcanzado -dijo Yâjñavalkya.”

Brihadâranyaka Upanishad, IV, 4, 23

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“Quienquiera que conoce este Brahman supremo se convierte realmente en Brahman. En su descendencia no nace nadie que no conozca a Brahman. Trasciende el dolor y se eleva por encima de la virtud y del vicio, liberado de los nudos del corazón, alcanza la inmortalidad.”

Mundaka Upanishad, III, 2, 9

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“Habiendo realizado el Yo, los sabios encuentran la plenitud. El camino de la evolución está completo, en paz y libres de cualquier deseo insatisfecho experimentan la unidad con todo”.

Mundaka Upanishad, III, 2, 5

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“En el corazón de este mundo fenoménico, dentro de todas sus formas cambiantes, mora el Señor inmutable. Así pues, ve más allá de lo cambiante y disfrutando de lo interior, deja de apropiarte de lo que para los demás son riquezas.”

Îsha Upanishad, 1

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“El Yo único no se mueve, sin embargo es demasiado rápido para la mente. Los sentidos no pueden alcanzarle. Está siempre más allá de su alcance. Permaneciendo quieto, deja atrás toda la actividad. Sin embargo, en Él descansa el aliento de todo lo que se mueve.”

“Se mueve, sin embargo no se mueve. Está lejos, sin embargo está cerca. Está dentro de todo esto. Y sin embargo  está fuera de todo esto.”

“Aquel que en todas las cosas no ve nada sino el Yo, y el Yo en todo lo que ve -este Veedor se aparta de la nada.”

Îsha Upanishad, 4-6

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“El uno que es eterno entre todas las criaturas; que es sabio, inmortal e inmutable; que carece de miembros, voz, boca o tacto; que es inmenso y resplandeciente – es todo el universo, es la meta suprema, es el centro, es la fortaleza sin igual.

Cuando un hombre le adora en todas partes, sigue siempre su camino y, poseído por el yo, ve ese uno profundo que es difícil de ver, se regocija en el cielo.

Viendo todos los seres en su propio yo, el hombre sabio conoce y no está confuso. Del mismo modo, un brahmín que ve su propio yo en todos los seres resplandece en la bóveda del cielo.”

Dharma Sûtra de Âpastamba, I, 22, 7-8 y 23, 1

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“Cuando se establece la igualdad en pureza entre el intelecto más refinado (buddhisattva) y el Yo absoluto (purusha), se alcanza la unidad absoluta (kaivalya).”

Yoga Sûtras, III, 55

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“Aquel cuyo yo está establecido en Yoga,

cuya visión es igual en todas partes,

ve el Yo en todos los seres,

y todos los seres en el Yo.”

 “Aquel que lo ve todo con una visión

igual en comparación con el Yo,

ya sea placer o dolor, es considerado

el yogui más elevado, oh Arjuna.”

(Bhagavad Gîtâ, VI, 29 y 32)

EXPERIENCIAS ACTUALES

“Ayer tuve una experiencia hermosa de (conciencia de) unidad durante la técnica de la Meditación Trascendental. Encontré que el cuerpo estaba dentro de mí. Yo no estaba localizado en él. Todo estaba dentro de mí. Encontré que mi conciencia no se podía mover, porque yo ya estaba en todas partes y no había ningún lugar hacia el cual ir. Sin embargo, a la vez, lo inmutable se movía, o había movimiento en lo inmutable. Es imposible describirlo. La experiencia era de máxima bienaventuranza, de tremenda claridad, de correlación infinita, porque encontré que yo era infinito, ilimitado, que existía en todas partes por igual. Esta experiencia ha profundizado notablemente mi silencio interior.”

Achievements, pg. 31

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“Diariamente experimento la expansión de una luz suave que entra en mi cabeza. Me he expandido tanto que me he vuelto super-fluido omnipresente. Todo soy yo, y yo estoy en todas partes. Cuando miré al espejo, momentáneamente me sorprendí de que sólo veía un cuerpo y no todo el universo. Y sin embargo, me sorprendí de que veía todo al mirar al espejo, puesto que mi sistema nervioso se sentía tan ligero y silencioso que parecía como si mi cuerpo no estuviera allí.

Experimento que las capas transparentes de la creación se desmenuzan y se juntan, ya no estoy más mirando a través de transparencias o a una sola cosa a la vez, sino una percepción de 360º. Todos los niveles de la creación son percibidos a la vez. Todo se descubre en cualquier cosa. Cualquier cosa se encuentra en todo. Mi conciencia está estacionada en el nivel del Absoluto. A voluntad puedo contemplar y escuchar el proceso de la manifestación. En vez de realizar constantemente que había estado atestiguando (…/…), estoy experimentando las personas, las situaciones, todo en términos de mi propio yo.”

Achievements, pg. 32

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“A veces tengo una experiencia muy visual de la Unidad – la unión de mi propio yo con los objetos de percepción. Veo realmente el Absoluto en los objetos relativos, incluso aunque es puramente abstracto, sin embargo es extremadamente concreto, tangible y real. En estas experiencias veo el Absoluto “dentro de todo esto” – dentro de cada límite – y sin embargo al mismo tiempo permanece absolutamente ilimitado, infinito, omnipresente y, por tanto, “fuera de todo esto”, nunca confinado dentro de los límites.

Una vez tuve esta experiencia de un modo más impactante que nunca antes. Estaba paseando en el exterior y viendo que todo a mí alrededor estaba hecho de bienaventuranza, hecho de inteligencia o conciencia. Al pasar junto a unas pequeñas hojas sobre un seto, de repente la Totalidad ilimitada y grandiosa, Brahman, ‘brotó’ en cada una de esas pequeñas hojas y yo percibía esa TOTALIDAD indescriptible dentro de cada pequeño límite. De alguna forma la misma pequeñez de los límites servía para resaltar aún más el valor de esa TOTALIDAD. Entonces cada objeto en el medio ambiente se convirtió en la ‘señal’ de Brahman, el ‘representante’ o el ‘signo de Eso’ (en la expresión védica Tat-padam).  La Totalidad ilimitada estaba “dentro de todo esto” y, a la vez, siendo la TOTALIDAD que lo trasciende todo permanecía también “fuera de todo esto”.

B.S.: Comentario a Îsha Upanishad, 5

MAHARISHI: SOBRE LAS TRES GUNAS

VERSO 27

 prakriteh kriyamânâni

gunaih karmâni sarvashah

ahankâra-vimûdhâtmâ

kartâham iti manyate

“Las acciones son siempre realizadas

por las gunas de la Naturaleza. Aquél cuya

mente está engañada por el sentido del «yo»,

sostiene «yo soy el que actúo».

COMENTARIO DE MAHARISHI:

«Este verso revela quién es el agente de todas las acciones y proporciona una respuesta elegante a la pregunta que, de forma natural, surge cuando, a través de la práctica de la meditación trascendental, se comienza a vivir en conciencia de bienaventuranza, se comienza a sentir la autosuficiencia. ¿Cómo es posible la acción, que está siempre motivada por el deseo, en el estado de completa satisfacción? La respuesta a esta pregunta es: «las acciones son siempre realizadas por las gunas«.

Sattva, rajas y tamas son las tres gunas de la Naturaleza (prakriti). Prakriti es la fuerza motora primordial. Es el constituyente esencial de la creación manifiesta y está en la base de toda la actividad. Eso es lo que el Señor quiere decir cuando afirma que todas las acciones y todos los sucesos en la creación surgen de las tres gunas y de sus combinaciones y permutaciones.

Un ejemplo puede aclarar cómo interactúan las gunas. Es una ley natural que, cuando se crea un vacío en algún punto de la atmósfera, inmediatamente se genera una corriente desde la zona mayor de presión. Pero aunque la corriente parte de un área de mayor presión, su causa es el vacío. Es el vacío el que crea la situación. De la misma forma, las corrientes de las tres gunas fluyen para mantener un equilibrio entre sí mismas. Fluyen continuamente desde un campo de existencia a otro, y de esta forma crean y mantienen de manera natural varias actividades. La totalidad del mundo fenómenico no es otra cosa que la interacción de las tres gunas.

Las gunas se expresan, por ejemplo, en los procesos metabólicos del cuerpo, que hacen surgir las sensaciones de hambre y sed. La necesidad de alimento y agua corresponde al campo de la fisiología, pero el ego siente «tengo hambre», «tengo sed». Las gunas son responsables de modo semejante de todas las experiencias. Son la base de todos los acontecimientos y actividades, pero el ego los asume para sí y siente: «estoy actuando».

Mientras no se ha experimentado el Yo como separado de la actividad, la mente permanece «engañada» acerca de su propio estatus y su relación con la actividad; al asociarse con la naturaleza de las gunas asume la autoría de la acción, aunque, en realidad, ésta pertenece a las gunas. Es así como, a través de la ignorancia de su propio Yo, el hombre cae en la esclavitud de la acción».

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VERSO 28

tattva-vit tu mahâ-bâho

guna-karma-vibhâgayoh

gunâ guneshu vartanta

iti matvâ na sajjate

 “Pero aquél que conoce la verdad

sobre las divisiones de las gunas y sus

acciones, ¡oh, tú, de poderosos brazos!, sabiendo

que son las gunas las que actúan sobre

las gunas, permanece desapegado”.

COMENTARIO DE MAHARISHI:

“Este verso, en contraste con el anterior, muestra el estado mental del hombre realizado y, al mismo tiempo, da una visión del proceso de realización a través del conocimiento de las tres gunas.

Son tres las gunas que constituyen prakriti. Prakriti está formada por ocho partes (1). Esto da lugar a las 24 divisiones básicas del campo de las gunas. El conocimiento de estas 24 divisiones y sus acciones libera al hombre de la esclavitud de la acción porque le enseña cómo ambos aspectos de nuestra vida, el subjetivo y el objetivo, emanan de las gunas, y cómo el Yo está eternamente desligado de todo lo que constituye el campo manifiesto de la vida.

El camino para la liberación de la esclavitud tiene los siguientes aspectos significativos:

1.- El conocimiento ha de ser completo y total, ya que el Señor dice: «aquél que conoce la verdad».

2.- El conocimiento debe ser sobre:

  • a)         las «gunas»
  • b)         sus «divisiones»
  • c)         sus «acciones»

3.- El conocimiento ha de ser también sobre la interacción de las gunas: debe saberse que las gunas son en sí mismas el sujeto, el objeto y la relación sujeto-objeto; y que constituyen la totalidad de la existencia fenoménica. Porque el Señor dice: «son las gunas las que actúan sobre las gunas«.

En el verso anterior, el Señor ha atribuido la autoría de la acción a las tres gunas; en éste dice que aquél que conoce la verdad acerca de las gunas y sus acciones «permanece desapegado».

Se puede formular aquí, la siguiente pregunta: ¿es la comprensión intelectual de las gunas suficiente para traer la libertad? Si la comprensión intelectual pudiera satisfacer las condiciones del conocimiento más arriba mencionadas, entonces, de acuerdo con este verso, sin duda podría hacer que el hombre estuviera suficientemente «desapegado» como para disfrutar de completa libertad. Pero es dudoso que la «verdad» acerca de las tres gunas y su interacción pueda ser conocida tan sólo en el nivel de la comprensión intelectual, sin incluir directamente la naturaleza de las gunas en el nivel más sutil de la creación.

Surge, entonces la pregunta: ¿Cómo se puede alcanzar esta comprensión directa? La respuesta es sencilla: las gunas son el aspecto más refinado de la creación. Por consiguiente, si el hombre dirige su atención al nivel más sutil de la creación, podrá conocer qué son las tres gunas, sus divisiones y todos los detalles concernientes a sus acciones. De hecho, todo este conocimiento se adquiere durante la meditación trascendental, cuando la mente está a punto de trascender el estado más sutil del objeto de atención. Por tanto, puede decirse que la frase del Señor: «aquél que conoce la verdad sobre … de las gunas» incluye también dentro de su contenido la enseñanza: «Sé sin  las tres gunas» (2), ya que éste es el modo de conocer «la verdad» en el nivel más sutil de la creación.

Una vez establecido en la conciencia trascendental, el estado más allá de las tres gunas, el conocedor de la Realidad sabe por propia experiencia que el campo de la acción se encuentra en la superficie de su vida y que está separado de su existencia real. Así, «aquél que conoce la verdad» no quiere decir solamente aquél que conoce «las divisiones de las gunas y sus acciones”, sino también aquél que ha realizado el Yo como separado de la actividad. Este estado natural de separación con respecto a la acción, adquirido mediante la práctica de la meditación trascendental, es la base para permanecer «desapegado». Cuando el estado del Ser, o conciencia pura, se establece firmemente en la naturaleza misma de la mente, se vive de forma completamente natural este estado de existencia pura separado del campo de la actividad, incluso mientras el ego, el intelecto, la mente y los sentidos están ocupados en la acción. Se experimenta que el campo de la actividad permanece en la esfera de las tres gunas y ya no está íntimamente conectado con nuestra propia existencia. Así es como de modo natural se  «permanece desapegado» en medio de la actividad. Este estado de conocimiento llena todo el campo del entendimiento del hombre. Es por esto que el Señor dice: «sabiendo que son las gunas las que actúan sobre las gunas, permanece desapegado».

Este verso habla de la acción en términos de libertad a través del conocimiento del Sankhya, pero dado que este conocimiento alcanza su plenitud sólo a través del proceso de la experiencia directa, también incluye la técnica y la filosofía del Yoga. Por tanto, en este verso, el Señor unifica las filosofías del Sankhya y del Yoga, descritas por separado en el segundo capítulo, e inicia un principio de liberación de la esclavitud del Karma, que resulta del efecto combinado de las dos enseñanzas. Esto proporciona la base del Karma Yoga y los fundamentos esenciales para su realización.

Todo el propósito de este verso, aunque hable en términos de las gunas, es iluminar el estado de plenitud de la vida en conciencia absoluta de bienaventuranza (jivan-mukti)”.

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VERSO 29

prakriter guna-sammûdhâh

sajjante guna-karmasu

tân akritsna-vido mandân

kritsna-vin na vicâlayet

“Aquellos que son engañados por las gunas de la Naturaleza,

están ligados a las acciones de la gunas.

Que aquél que conoce el todo, no perturbe

al ignorante que sólo conoce una parte.”

COMENTARIO DE MAHARISHI:

«Una vez más, el Señor advierte al iluminado que no lance su conocimiento de la vida sobre el ignorante. La razón de ello es que el iluminado, establecido en el Ser, tiene una base permanente sobre la que apoyarse y, desde aquí ve el mundo como la interacción de las tres gunas y sabe por experiencia que los efectos de sattva, rajas y tamas no le afectan. Pero si un ignorante trata de copiar el estado del iluminado en su propia vida, creará confusión en su comportamiento y su acción podría caer en un patrón tal que menospreciara la validez del bien y del mal en la vida práctica. Un hombre así no será útil para sí mismo ni para los demás. Después de haber cometido un robo, el hombre no iluminado podría decir que eran sólo las tres gunas interactuando entre sí, mientras que su Yo no estaba involucrado; por tanto, él no es responsable. ¡No ha hecho nada! De ahí que el Señor advierta al iluminado que no revele el estado interno de su mente al ignorante.

Se infiere, pues, que si el hombre iluminado desea bendecir al ignorante, deberá encontrarse con él en el nivel (3) de su ignorancia y tratar de elevarle desde allí, dándole la clave para trascender, de forma que pueda alcanzar la conciencia de bienaventuranza y experimentar la Realidad de la vida. No debería hablarle acerca del nivel del que está realizado, ya que con esto sólo lograría confundirle”.

 MAHARISHI: On the Bhagavad – Gîtâ, III, 27-29.


(1) Ver VII, 4.

(2) Ver II, 45

(3) Ver comentario a III, 35.

CURSO: PLATÓN Y LA SABIDURÍA VÉDICA

LA CIENCIA VÉDICA

Hace miles de años los sabios (rishis) de la antigua India descubrieron un estado permanente de conciencia, más allá de los estados relativos y cambiantes de la vigilia, el soñar y el dormir profundo. Este cuarto estado (turîya) se caracteriza por una alerta total, pero sin actividad mental. La conciencia no experimenta ningún objeto externo, sino que se experimenta sólo a sí misma por medio de sí misma. Dado que sólo hay conciencia se le llamó por ello ‘conciencia pura’. La conciencia es entonces completamente auto-referente: es sujeto, objeto y proceso de conocimiento a la vez. Descubre así que es diferente de los contenidos y procesos mentales y que su verdadera naturaleza es trascendental, inmutable, inmanifiesta, simple, perfectamente ordenada, auto-suficiente y plena.  Esta conciencia pura es el verdadero Yo (âtman), un estado de total despertar interior. Es la experiencia de un nivel de silencio, ilimitación y felicidad absolutos:

Se llama cuarto (estado de conciencia) a aquél que no es consciente del mundo interno, ni consciente del mundo externo, ni consciente de ambos mundos, …/…, ni tampoco inconsciencia; que es invisible, inaccesible (por medios empíricos), inalcanzable (para los órganos de acción), indemostrable, impensable, inefable, cuya prueba válida es el propio Yo; en quien cesan todos los fenómenos; y que es inmutable, bienaventurado y no dual. Este es el Yo (âtman). Esto es lo que hay que conocer”.

Mândûkya Upanishad, 7

Al ser consciente de sí misma, la conciencia pura es la fuente de la inteligencia creativa que estructura todo el pensamiento y la acción humana. Pero los sabios védicos descubrieron también que es la experiencia directa del nivel más fundamental de la naturaleza, un campo unificado de inteligencia y creatividad que es la fuente del orden y el dinamismo que estructura todo el universo. Este campo unificado y universal de la conciencia pura contiene dentro de sí el plano del cosmos. Esto es el Veda, el conocimiento puro. Puesto que la conciencia pura es el Campo Unificado de la Ley Natural, sus impulsos de inteligencia son las leyes fundamentales de la naturaleza oídas como sonidos y vistas por ella misma. Esta secuencia de impulsos de sonido y significado es el lenguaje del Veda. Toda la literatura védica es la expresión en el pensamiento y la palabra de esta experiencia. Así se desarrolló una tradición milenaria que dio lugar a un cuerpo de conocimiento basado en la experiencia de estados superiores de conciencia: la Ciencia Védica, que abarca más de 40 disciplinas. Desde las Upanishads, el Yoga y el Vedanta, hasta la lingüística, las matemáticas, la medicina natural o la arquitectura.

Hoy la Física teórica intenta comprender matemáticamente este nivel fundamental de la naturaleza, el Campo Unificado de la Ley Natural, la fuente de todas las fuerzas, la energía y la materia desplegada en el universo. Pero debido a su enfoque puramente objetivo, basado en la separación entre el conocedor y el objeto de conocimiento, carece de las tecnologías para experimentarlo directamente.  Esta es la contribución de la Ciencia Védica por medio de las tecnologías para experimentar la conciencia pura. Este es el punto de encuentro entre las tres grandes tradiciones de conocimiento: la filosofía, la ciencia de la materia y la ciencia védica de la conciencia.

Las tecnologías védicas de la conciencia (Meditación Trascendental y MT-Sidhis) se encuentran entre las más profusamente investigadas en la historia de la ciencia. Más de 500 estudios científicos han confirmado que son  efectivas para el desarrollo global del individuo y de la sociedad.

PLATÓN

Platón ocupa en la historia de la filosofía una posición privilegiada. Su influencia ha sido enorme, incomparablemente mayor que la de cualquier otro filósofo. En primer lugar, por situarse en un momento muy temprano de la filosofía occidental, pero sobre todo por la gran amplitud de los temas de su filosofía y la profundidad con la cual los trató. Su filosofía abarca todos los campos significativos: la metafísica, la teoría del conocimiento, la ética, la antropología, el lenguaje, la estética, la política, la cosmología, la medicina, etc. En todos estos campos planteó las preguntas fundamentales y elaboró con gran creatividad una respuesta paradigmática.

Además, todos estos campos están tratados de una forma unificada. Toda su filosofía está basada en la existencia de una realidad última y trascendental, un campo de inteligencia pura que es la fuente del orden y de la estructura presente en todo el universo. Por tanto, cualquier aspecto de la realidad, del hombre, del conocimiento, de la acción, de la sociedad, del cosmos, etc., debe ser explicado desde y en función de la estructura de esta realidad última.

Platón sostuvo que la filosofía comienza con el descubrimiento de la propia ignorancia y culmina con el recuerdo (reminiscencia) de la sabiduría dentro de uno mismo. La sabiduría no es un conocimiento externo al alma, sino que está estructurada en el nivel más profundo de nuestra propia inteligencia (nous), nuestro verdadero ser. La sabiduría (sophía) es un “estado del alma”, un estado de conciencia completamente diferente del estado de ignorancia (doxa). Todo el proceso de la filosofía ocurre, pues, dentro del alma humana. Es en realidad una transformación en el estado de conciencia del conocedor, desde el estado de ignorancia hasta la estabilización definitiva del estado de sabiduría:

“Pero cuando (el alma) busca sóla y por sí misma, entonces llega el campo de lo puro, lo eterno, lo inmortal y lo inmutable, y siendo de naturaleza semejante a ello, permanece sóla por sí misma e independiente, se queda por siempre a su lado y deja de vagar, permanece entonces en el campo de lo absoluto, lo constante y lo inmutable, en contacto con aquello que es de naturaleza similar. Y este estado del alma es lo que se llama sabiduría”.

Fedón, 79d

Las características de este estado de sabiduría, la experiencia de la realidad última, coinciden perfectamente con las características de la conciencia pura, el estado más simple y básico de la conciencia que subyace a la vigilia, el soñar y el dormir profundo. Además, la descripción platónica del verdadero filósofo, el individuo que experimenta este estado de sabiduría, coincide plenamente con las características que  muestran los individuos autorrealizados y con los resultados de la investigación científica sobre los correlatos neurofisiológicos y psicológicos que resultan del desarrollo de estados superiores de conciencia.

El verdadero filósofo no es el individuo que posee unos conocimientos eruditos o que maneja una información abundante, sino aquél que ha tenido esta experiencia de la realidad última, el estado de sabiduría, en la que la inteligencia se identifica con la realidad última y trascendental, el Ser o Bien Supremo. De este modo Platón señaló que el propósito de la educación y, en particular, el de la filosofía es alcanzar esta experiencia trascendental y desarrollar una comprensión intelectual clara y amplia de su naturaleza y de sus implicaciones. Esta experiencia no puede ser dada y, en este sentido, la sabiduría no puede ser impartida. La meta de la filosofía no puede ser realmente enseñada. Todo individuo es esa inteligencia pura (nous), que ya posee de modo natural la capacidad de contemplar la realidad última. Lo único que se puede enseñar, pues, es cómo dirigir la inteligencia hacia esta realidad fundamental hasta ser capaz de contemplarla directamente:

«Pero nuestro argumento actual indica, dije yo, que la analogía adecuada para este poder inherente en el alma y el instrumento por el cual aprehende es la de un ojo que no puede volverse desde la oscuridad hacia la luz sino girando todo el cuerpo. De este modo, este órgano de conocimiento debe apartarse totalmente del mundo del devenir junto con toda el alma, hasta que el alma sea capaz de sostener la contemplación de la esencia y la región más brillante del ser. Y esto es lo que llamamos el Bien ¿no es así?

– Sí.

– Por tanto, dije, puede haber un arte sobre cuál sea la forma más rápida y más efectiva de girar completamente el alma, no un arte de infundirle visión, puesto que ya posee la visión, pero no la dirige correctamente y no mira donde debería, un arte para producir esto».

República: 518 c

Platón sintió que siendo éste el propósito de la filosofía y de la vida humana era necesario un método para cultivar la capacidad natural de la inteligencia humana para experimentar la realidad última: el método dialéctico. A pesar de pedir la técnica (techne) “más rápida y más efectiva de girar completamente el alma”, Platón insiste a menudo en que el método de la dialéctica es particularmente difícil, requiere largo tiempo de práctica y sólo unos pocos individuos dotados de condiciones especiales podrán llegar a tener éxito y alcanzar la meta. Todo ello condicionó su visión elitista de la filosofía y la posibilidad de una sociedad ideal basada en la sabiduría: “es imposible que el vulgo sea filósofo”. Tal y como explica el proceso parece más bien la descripción de un suceso espontáneo, que una técnica efectiva para cultivar la capacidad natural del sistema nervioso y de la mente humana para acceder a la experiencia de la conciencia pura. Como resultado de esta falta de un método adecuado, esta experiencia se convirtió en algo cada vez más raro y minoritario. Incluso aquellos que la tenían espontáneamente no sabían cómo cultivarla para que fuera permanente, ni enseñar a otros cómo acceder a ella. La falta de un método llevó finalmente incluso al olvido de la meta, el estado de sabiduría.

La razón fundamental de esta ausencia de experiencia fue la ineficacia del método dialéctico o quizás, simplemente, su inexistencia. En ausencia de esta experiencia del estado de sabiduría, la conciencia pura, la filosofía platónica, aunque intensamente estudiada, fue sin embargo mal comprendida. Grandes partes de sus obras resultaron ser ininteligibles o sencillamente carentes de sentido. Los diferentes intérpretes tendieron naturalmente a adaptar la filosofía platónica a su propia experiencia basada exclusivamente en el estado de vigilia. Esto ocurrió ya en sus seguidores inmediatos en la Academia que, careciendo de esta experiencia, abandonaron en puntos clave la orientación filosófica de Platón. Ocurrió incluso en su discípulo más notable, Aristóteles, quién formuló una filosofía que, aunque influida profundamente por la de Platón, estaba orientada fundamentalmente a explicar la experiencia sensorial del mundo en el estado de vigilia.

Cuando en el curso de los siglos surgía algún individuo que espontáneamente tenía alguna experiencia de la conciencia pura, se sentía atraído por la filosofía platónica, en la que encontraba un medio para dar voz intelectual a su propia experiencia. Así la filosofía platónica encontró un desarrollo creativo, profundo y notable de la mano de Plotino, quien se confiesa “discípulo del divino Platón”. Incluso sin esta experiencia, la profundidad de las ideas de Platón resultó ser un motivo de atracción para muchas personas a lo largo de los últimos 24 siglos. Pero fue insuficiente para crear una tradición de investigación y un cuerpo sistemático de conocimiento basado en el desarrollo de estados superiores de conciencia. Esta es la diferencia fundamental entre la escuela platónica y la tradición védica. Sin embargo, la influencia de Platón se ha extendido sobre toda la filosofía occidental, pero también sobre la teología y la mística cristiana, la filosofía judía y la islámica.

Por tanto, el propósito fundamental de un curso sobre la filosofía platónica, debería ser experimentar ese nivel fundamental de la realidad y comprenderlo intelectualmente. Para ello la experiencia de la conciencia pura es la clave y el fundamento de todo lo demás.

TEMAS DEL CURSO

Esta experiencia compartida de la conciencia pura explica también por qué Platón es entre todos los filósofos de la tradición occidental el que muestra más claras conexiones y semejanzas con el conocimiento védico. Este curso selecciona una serie de temas específicos para mostrar los paralelos históricos y de conocimiento entre la filosofía platónica y la tradición védica. La Ciencia Védica puede iluminar problemas y temas que han permanecido oscuros o mal comprendidos en Platón. Pero sobre todo, ofrece las tecnologías para experimentar directamente el estado de sabiduría, la conciencia pura, la fuente de toda la filosofía platónica. El curso ilustra también un tema fundamental del conocimiento védico: la universalidad de la experiencia de la conciencia pura y del conocimiento basado en estados superiores de conciencia.

 -Tema 1: Las Formas y la estructura del Veda.

– Tema 2: La Dialéctica y la cognición védica.

– Tema 3: El sánscrito y el lenguaje de las Formas.

– Tema 4: La estructura del alma en Platón y en la Ciencia Védica.

– Tema 5: La ignorancia, el karma y la reencarnación.

– Tema 6: La conciencia colectiva y el modelo de una sociedad ideal.

– Tema 7: Los ciclos cósmicos, la astrología y el declive de la sociedad ideal.

– Tema 8: La Atlántida y los principios de la arquitectura védica.

– Tema 9: El Timeo y la cosmología védica.

– Tema 10: El Ayur Veda en Platón.

ESTRUCTURA DEL CURSO

Este curso ha sido desarrollado por Pedro Jiménez, profesor de Filosofía y de la Ciencia Védica. Abarca 20 lecciones que se imparten gracias a una metodología audiovisual que hace del aprendizaje un proceso más fácil y efectivo. El propósito es disfrutar aprendiendo. Se ofrece a lo largo de cinco fines de semana, en sesiones de mañana y tarde de tres horas de duración. Puede ofrecerse también en otros formatos dentro de la estructura de un curso académico.

Los participantes reciben una serie de materiales escritos que incluyen: sumarios de los temas, gráficos ilustrativos, textos de apoyo, citas de experiencias de estados superiores de conciencia y una bibliografía básica.

El curso no tiene requisitos previos: no es necesario saber filosofía, ni tener conocimientos de la Ciencia Védica. Es muy deseable estar familiarizado con la experiencia de la conciencia pura, gracias a la práctica de las tecnologías védicas de la conciencia, pero no es una condición previa imprescindible para tomar el curso. Aquellos que lo deseen pueden también aprenderlas de forma paralela al curso.

Cualquier persona interesada en la filosofía, en el conocimiento de la conciencia o en la tradición védica debería tomarlo. Es particularmente importante para aquellas personas vinculadas al mundo académico: profesores, filósofos, o que posean una orientación intelectual o espiritual.

MAHARISHI: EL RENACIMIENTO Y LA PÉRDIDA DEL CONOCIMIENTO VÉDICO

“Los Vedas son el faro de la sabiduría eterna que guía al hombre hacia la salvación y le inspira a la realización suprema.

La omnipresencia del Ser eterno, inmanifiesto y absoluto; su condición de Eso, aún en medio de la diversidad manifiesta de la creación; y la posibilidad de que todo hombre pueda realizar al Ser en su propio yo, estas son las grandes verdades de la filosofía perenne de los Vedas.

Los Vedas revelan la Unidad inmutable de la vida, que subyace a la multiplicidad evidente de la creación, dado que la Realidad es, a un tiempo, manifiesta e inmanifiesta y solamente existe Eso. «Yo soy Eso, tú eres Eso, y todo esto es Eso». Esta es la Verdad y este es el corazón de la enseñanza Védica que fue ensalzada por los rishis como una enseñanza «digna de ser escuchada, contemplada y realizada».

La verdad de la sabiduría Védica es por su propia naturaleza independiente del tiempo, y por tanto, jamás podrá perderse. Sin embargo, cuando la visión del hombre se hace parcial y queda aprisionada por la influencia limitadora del mundo fenoménico hasta tal extremo que pierde de vista el aspecto absoluto de la Realidad; cuando se encuentra entonces confinado dentro de las fases cambiantes de la existencia, su vida pierde estabilidad y comienza a sufrir. Cuando el sufrimiento aumenta, la fuerza invencible de la naturaleza actúa para devolver al hombre la visión correcta y para establecer un modo de vida que de plenitud de nuevo al propósito elevado de su existencia. La larga historia del mundo registra muchos períodos así en los que el modelo ideal de vida es primero  olvidado y, más tarde, restaurado para el hombre. Lee el resto de esta entrada

SHANKARA: LA LIBERACIÓN

“Al igual que el fuego es la causa directa del calentamiento, el Conocimiento, y no otra forma de disciplina, es la causa directa de la liberación, porque la liberación no puede ser alcanzada sin el Conocimiento”.

“La acción no puede destruir la ignorancia, porque no está en conflicto con la ignorancia. Sólo el Conocimiento puede destruir la ignorancia, al igual que la luz destruye la oscuridad profunda”.

“Es sólo debido a la ignorancia que el Yo aparece como finito. Cuando la ignorancia es destruida, el Yo, que no admite ninguna multiplicidad, se revela verdaderamente a Sí mismo por medio de Sí mismo, al igual que el sol cuando se apartan las nubes”.

“Gracias a la práctica repetida, el Conocimiento purifica el yo encarnado (jivatman) manchado por la ignorancia, y entonces desaparece, al igual que el polvo de la nuez kataka desaparece tras limpiar el agua fangosa”.

“El mundo, lleno de apegos y aversiones, etc., es como un sueño. Parece ser real mientras uno es ignorante, pero se vuelve irreal cuando uno está despierto”.

“El mundo parece ser real mientras no se conoce a Brahman no dual, que es la base de todo. Es como la ilusión de la plata en la concha de la ostra”.

“Como burbujas en el agua, los mundos nacen, existen y se disuelven en el Yo supremo, que es la causa material y el fundamento de todo”.

“Todas las formas manifiestas existen en la imaginación del perceptor, el sustrato es el eterno y omnipresente Vishnu, cuya naturaleza es Existencia e Inteligencia. Los nombres y formas son como pulseras y brazaletes, y Vishnu es como el oro”.

Atmabodha, 2-9.

VIDEO:  Adi Shankaracharya Movie

(La única película sobre la vida de Shankara: en sánscrito con subtítulos en inglés)

MAHARISHI: EL VEDA: LA FUENTE DE LA CREACIÓN

“La primera manifestación de la creación es el resplandor auto-iluminado de la vida. Este es el campo del intelecto establecido o el ego individual en su propio estado establecido. Este resplandor auto-iluminado de la vida es llamado el Veda. El segundo paso en el proceso de manifestación es el surgimiento de lo que llamamos una vibración, que trae a la luz los atributos de prakriti o la Naturaleza -las tres gunas. Este punto constituye el inicio del funcionamiento del ego. Aquí la experiencia comienza de una forma muy sutil: la trinidad del experimentador, lo experimentado y el proceso de experiencia llega a la existencia. Este es el inicio de la acción en el proceso de la creación. Justo antes del comienzo de la acción, antes del inicio de la vibración más sutil, en ese estado auto-iluminado de la existencia reside la fuente de la creación, el depósito de energía ilimitada. Esta fuente de la creación es el Veda, el campo de inteligencia casi absoluta que subyace e impregna toda la actividad responsable de la creación y la evolución en la vida. Siendo la fuente de toda la creación es llamado Brahma, el Creador. Brahma o el Veda es naturalmente la fuente de toda la actividad. Por esta razón el verso dice: ‘Conoce que la acción nace de Brahma’.”

On the Bhagavad Gita, III, 15.

“La creación comienza con prakriti o la Naturaleza, que se expresa a sí misma en las tres gunas: sattva, rajas y tamas. A medida que el proceso de creación continua las tres gunas se manifiestan como ‘mahat tattva’, el principio del intelecto. Este se manifiesta posteriormente como ‘aham tattva’, el principio de la mente, que a su vez se manifiesta como los cinco ‘tanmatras’, de los cuales surgen los cinco sentidos. Luego, a medida que el proceso de manifestación continúa, los cinco tanmatras se manifiestan como los cinco elementos que se combinan para constituir la totalidad de la creación objetiva.”

On the Bhagavad Gita, VI, 21.

CURSO SOBRE CIENCIA VÉDICA Y FILOSOFÍA

Este curso de once lecciones ha sido desarrollado por Pedro Jiménez, profesor de Filosofía y de la Ciencia Védica. Muestra cómo muchos de los filósofos más importantes de la tradición occidental tuvieron experiencias cumbre, experiencias esporádicas de estados superiores de conciencia. Ellas no sólo proporcionaron plenitud a sus vidas, sino que además fueron la fuente de muchas de sus ideas y teorías. Algunos grandes filósofos fueron incluso más allá al concebir la filosofía como una búsqueda de la iluminación: la experiencia y el conocimiento intelectual de la realidad última, el Campo Unificado. Esta aspiración quedó encarnada en el nombre que dieron a lo que hacían «amor por la sabiduría» y personificada en el ejemplo del verdadero sabio.

El curso selecciona una serie de temas específicos tomados de la Filosofía y de la Ciencia Védica para mostrar los paralelos históricos y de conocimiento existentes entre ambas tradiciones. La Ciencia Védica puede iluminar problemas y temas que han permanecido oscuros, mal comprendidos o sin solución satisfactoria en la filosofía occidental. De este modo, el conocimiento védico, renovado y clarificado por Maharishi, puede dar plenitud a una tradición de 2500 años de búsqueda de la sabiduría, la verdad, la acción correcta y de una sociedad fundada en los valores más elevados de la vida. Pero, además, los instrumentos de análisis y los conceptos desarrollados por la filosofía pueden ayudar a profundizar nuestra comprensión de la Ciencia Védica y a valorar su relevancia a la luz de nuestra propia tradición intelectual.

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